La startup Builder.ai se declaró en bancarrota recientemente. Aunque se presentaba como una poderosa empresa de inteligencia artificial, en realidad operaba de forma muy distinta: contaba con 700 ingenieros que generaban manualmente las respuestas que supuestamente producía un chatbot automatizado.
Con el eslogan “Crear una aplicación es tan fácil como pedir una pizza”, esta compañía británica —que tenía oficinas también en India— logró captar el interés de otras empresas y convertirse en una promesa en el ecosistema tecnológico británico, según informó el diario The Telegraph.
Cómo se descubrió el engaño
Con el auge de la inteligencia artificial, muchas empresas intentaron incorporar esta tecnología a sus productos y servicios. En ese contexto, Builder.ai parecía una opción atractiva y llegó a convencer a inversionistas de peso como Microsoft.
Sin embargo, en mayo se destapó el escándalo: la empresa se declaró en quiebra y se supo que su supuesta asistente virtual “Natasha” no era más que una fachada. En lugar de inteligencia artificial, había cientos de empleados respondiendo de forma tradicional.
Ya en 2019, The Wall Street Journal había informado que Builder.ai se basaba más en tareas humanas que en algoritmos. Según empleados, ese enfoque ofrecía mejores resultados y menos errores, aunque claramente no era lo que la empresa decía hacer.
En 2023, otra empresa que había recibido un préstamo de Builder.ai inició un embargo tras detectar irregularidades contables. Esto llevó a que se congelaran los fondos de la startup y se abriera una investigación. Uno de los hallazgos fue que Builder.ai había inflado su patrimonio, declarándolo tres veces mayor de lo real.
El especialista en IA Daniel Stilerman afirmó que hubo un engaño intencional. Señaló que la empresa utilizó una maniobra llamada facturación circular, en la que dos empresas se facturan entre sí para inflar artificialmente sus ingresos aparentes. Esta técnica, dijo, puede pasar desapercibida si no se audita cuidadosamente.